Como bien sabemos, Barcelona tiene una larguísima historia repleta de todo el abanico de colores posibles. La paleta Pantone se queda corta frente a las multiples vicisitudes que ha visto esta ciudad. Y para presentar este artículo tenemos que ir a 1714, año en el que finaliza la Guerra de Sucesión, la flor de lis (de Borbón) se instalan en el trono peninsular y se aplican los decretos de Nueva Planta a los antiguos estados de la Corona de Aragón.
Dichos decretos dan para un artículo entero, pero en lo que a este caso refiere solo hace falta una cosa: Se declara la ciudad de Barcelona como plaza militar, y se impide la construcción fuera las murallas de la ciudad (además de instalar una ciudadela, donde hoy se ubica su parque).
Va pasando todo el siglo XVIII y la ciudad aumenta su población, pero no su superficie, por lo que la densidad de la ciudad empieza a rebosar. Los barceloneses empiezan incluso a adoptar técnicas de construcción para ganarle espacio habitable a la ‘vía pública’, como por ejemplo los puentecitos entre calles y los portales remetidos como se aprecia en la siguiente fotografía del Carrer de les Caputxes.
Llegamos pues a 1841 y el ayuntamiento, ya hasta los santísimos colores, proclama un concurso para promover la urbanización de todo el exterior de Barcelona ‘más allá de las murallas’. Dicho proyecto ganador seria «Abajo las Murallas» del humanista e higienista Pere Felip Monlau.
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🏗️Manos a la obra🏗️
Entramos ya en 1859, en el que Cerdà, por orden del Ministerio ya estaba realizando su proyecto. Fue entonces cuando el Ayuntamiento organizó un concurso de proyectos de urbanización del Eixample.
Por aquel entonces los aspectos urbanísticos eran competencia de la arquitectura, así que los diversos arquitectos empezaron a preparar sus proyectos. Los Boulevards de París o las grandes Avenidas de Chicago eran la referencia que se tenia como el más alto escenario de belleza urbana con calles cruzando diagonalmente (Véase el edificio Flatiron de Nueva York).
No obstante todo lo expuesto, como bien ya nos ha dicho la historia, se acabó implantando la (maravillosa) obra de un no-arquitecto, puesto que Ildefons Cerdà era ingeniero de caminos. Algo impensable para la época, dado la ya explicada atribución del urbanismo al campo de la arquitectura, especialmente en Barcelona puesto que los arquitectos catalanes estaban más que instaladísimos tanto en la burgesia como en la política local.
La imposición del plan Cerdà vino además impuesto desde Madrid, lo que causaria más irritación a dicho ‘lobby arquitecto-político‘, y a pesar de la habitual divergencia de gobierno estatal con el autonómico, se ha de decir que indiscutiblemente aquí acertaron de pleno.
Dejamos ya de hablar del victorioso (y sumamente infravalorado Cerdà) y exponemos aquí las alternativas ganadoras que se hubieran impuesto de no llegar la orden Real de imponer el Eixample que conocemos.
🥇El proyecto ganador: Antoni Rovira🥇
El plano, como se puede apreciar es de un estilo radial (¿París como referencia?) con el centro en la propia ciudad y encarándose a cada una de las poblaciones vecinas hoy absorbidas (Sarrià, Gràcia, Poblenou).
El proyecto además es muchísimo más pequeño que el de Cerdà, pues podéis coger como referencia el núcleo de Gràcia, y se ve como el nuevo plano ni siquiera llegaba a él. Previendo unas calles de 10 m de ancho, las vías rápidas de 12 m, y tenia en cuenta hacer mansanas construidas en las 4 caras con patio interior. Capacitada para 280.000 habitantes.
Aunque es cierto que el proyecto resuelve la unión de la ciudad con los núcleos urbanos colindantes, a nivel sociológico, el entramado radial acababa generando una separación de clases completamente heterogénea, en el que (como es habitual) la clase burguesa se hubiese instalado en el centro quedando inaccesible para el proletario. (Si tenemos en mente el homogéneo entramado de Cerdà, vemos como le da solución a ese aspecto).
🥈2º Finalista: Miquel Garriga i Roca🥈
El proyecto de Garriga i Roca era conocido como «el del quarterons», ponia también las calles de 10 metros y las vías rápidas de 20 m (cada 600 metros). Sus mansanas eran de construcción completa y sin patios centrales, previendo una capacidad de 108.000 habitantes. Su proyecto no era ilimitado (tal y como se pedía) ya que solo ubicó su ‘ciudad’ entre la Barcelona antigua y Gràcia. Y si en el proyecto anterior ya identificábamos el problema socioeconómico que generaba el diseño radial, Garriga i Roca lo solucionaba así de fácil en su memoria: «destinar para la clase obrera siempre atendible, elemento de riqueza y poderío para una población fabril, otros barrios con habitaciones cómodas pero económicas al alcance de sus fortunas», por lo que su Eixample era, entonces, exclusivamente para la burguesía.
Tanto Garriga i Roca como Rovira i Trias no apreciaban retirar la ciudadela en sus proyectos.
🥉3r Finalista: Josep Fontserè i Mestre🥉
Hijo del también arquitecto Josep Fontserè i Domenech, quien fue el primero en construir una plaza de toros en Barcelona (1834) en la actual sede de Gas Natural.
Curiosamente Josep había trabajado ya con Cerdà en el trazado de la carretera Barcelona-Vic.
Como se ve en el plano, Fontserè fortalecía la centralidad en el paseo de Gràcia enlazándose con el resto de núcleos urbanos mediante unas diagonales que se encajan en su entramado, en el que por cierto, se puede apreciar como deja dos tramos para que quede dibujado el escudo de Barcelona a vista de pájaro. En este proyecto ya se aprecia la retirada de la Ciudadela, que a la postre, será él el encargado de urbanizar el parque cuando el General Prim i Prats consiga retirar la dicha Ciudadela que poco gustaba a los barceloneses.
🏅4º Finalista: Francesc Soler i Gloria🏅
El último finalista presenta un proyecto sin duda de lo más curioso. Encara la ciudad en dos ejes casi ortogonales basados, uno de ellos, en encararse a Francia paralelamente a la costa; y el otro, encarándose a Madrid a través de la carretera de Sarriá. Sorprende que deje el contorno (alrededores de Gràcia) completamente desprovistos, y sin embargo, si que trabajó todo el entorno desde la actual plaza Colón hasta más allá de Montjuich, planificando una zona industrial, tal y como hoy tenemos allí la Zona Franca.
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