Lluís de Requesens i Zúñiga es un olvidado barcelonés del siglo XVI (1528 – 1576) al servicio de Felipe II, el Rey Prudente. Su memoria en su ciudad natal se mantiene prácticamente (solo) gracias a su legado y aportaciones propias. Sus habilidades destacaron por toda Europa tanto como militar, como marino y como excelente diplomático.
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🏅 Comandante en Lepanto… No por mucho tiempo 🏅
1571. Mientras las flotas militares y comerciales de las potencias europeas estaban absorbidas por el novedoso Océano Atlántico (al cual no tenia acceso el Imperio Otomano). El turco se estaba fortaleciendo en la Mar Mediterránea prácticamente sin rival alguno.
Sintiendo la amenaza que representaba «la creciente sombra en el este», el Vaticano de Pío V convocó a sus paladines de los reinos cristianos para hacerle frente. Por supuesto en aquel momento, el catolicísimo Rey Felipe II iba a asumir casi la totalidad de la carga que el enfrentamiento requería. Por un lado, Francia, la antigua niña bonita del papado, le convenía mantenerse al margen dado que tenía buenas relaciones con el Imperio Otomano, y dejar que España asumiera el desgaste era más que conveniente, por lo que aportó prácticamente nada. Por otro lado, tenemos a los Estados Italianos, en los que Venecia, a regañadientes, aportó su contingente duramente criticado por los marinos españoles, el Vaticano puso 18 naves, y (la Orden de) Malta 9 más.
La organización queda de la siguiente manera, Álvaro de Bazán asumiría la táctica naval, Antonio Pérez el peso estratégico del espionaje, Don Juan de Austria sería confirmado como almirante máximo de la Liga Santa, y nuestro protagonista Requesens es asignado comandante junto a Alejandro Farnesio.
Este rango a Requesens le duraria poco, pues 4 horas antes de zarpar, recibe un especial correo Real en el que se le confieren máximas atribuciones, pudiendo utilizar este mando supremo «guardando decoro y autoridad que se debe» incluso actuando contra la voluntad de Don Juan, el cual estaba también informado de ello.
⚙️ Barcelona engrana su maquinaria ⚙️
Así pues, la producción astillera y armamentista de los diversos puertos españoles estuvieron harto ocupados ya no solo por su enfoque al Nuevo Mundo, sino que ahora también por el Viejo. Principalmente podemos imaginar que lo agradecieron las atarazanas de Barcelona, que se ponían manos a la obra para retomar las aguas que antaño habían dominado. Se fabricó allí ni más ni menos que La Real, la galera capitana de la flota cristiana, que con 60 metros de eslora de flotación, 7 de manga y 30 filas de remos de 180 kilogramos cada uno, accionados por 236 remeros. Por cierto a día de hoy, está expuesta la réplica de La Real en esta misma ubicación, las «Drassanes» de Barcelona, sede del Museu Marítim de Barcelona.
El 20 de julio de 1571 zarpa un contingente de 37 naves del puerto de Barcelona, y Lluís de Requesens al mando de su galera sigue de cerca la estela de La Real, pues ese era también su cometido. Seguidamente se reúnen en Mesina, y continúan su trayecto hacia el este.
🧭 Rumbo al este 🧭
No nos desenfocaremos en este artículo explicando aquí toda la Batalla de Lepanto, pero tuvo que ser emocionante ver al Dream Team al completo de la marina española e italiana analizando el terreno, vientos y mareas, planificando estrategias y debatiéndose sobre técnicas de abordaje, artillería y puesta en combate, dícese que dieron uso también de las cartas de navegación de Roger de Lluria y Pere de Queralt, por lo que la ancestral potencia marina de la Corona de Aragón también estaba allí.
Volviendo a poner el foco sobre el protagonista, nos vamos ya a la iniciada batalla, y a pesar de que hubiera 500 naves flotando, ya se habían encarado las dos capitanas de cada bando: allí se decidía la batalla. La Real de Don Juan de Austria y La Sultana de Alí Pachá; las cosas no pintaban bien para el bando cristiano, pues el turco contaba con superioridad numérica y había trazado una envolvente a las galeras capitanas que hubiesen provocado una sonrisa hasta al mismísimo Alá. Sin embargo al otro lado se encuentra la pericia naval de expertos marinos y una importante artillería que no lo iba a poner nada fácil.
La Sultana, que tenia la proa más eminente, embistió a La Real penetrando su espolón hasta el 4º banco siendo un terrible choque, pero no menos terrible que el consecutivo estrago de la artillería y la arcabucería cristiana en el enemigo, pues en la segunda descarga había ya desaparecido de su popa y crujía la muchedumbre que los ocupaba.
Requesens está en ese combate junto a Juan de Austria en una batalla de cuerpo a cuerpo sobre plataformas flotantes trabadas, con artillería y fuego de arcabuz cruzado al que se iban uniendo refuerzos de cada bando. Llegada épica la de Álvaro de Bazán, que sin llevar espolón echó su nave sobre la capitana enemiga con tal furia que la empotró hasta el 3r banco de remeros. Fueron siete las oleadas de jenízaros hasta que se dio el hito que cambiaría el tablero de juego. Alí Pachá había recibido un arcabuzazo español en la cabeza y de un momento a otro estaba izada en una pica, los alaridos de victoria corrían de galera en galera entre las velas cristianas, sin embargo aun quedaban miles de turcos que lucharían por su vida, empezando por los segundos del sultán: Petrev, que había corrido la misma suerte junto a Alí Pachá; y Alí Ucholí, renegado italiano, ducho pirata y temido almirante fue a sorprender con sus 16 galeras a 8 cristianas, que para su triste sorpresa, venían al frente de Juan de Cardona, fiel incondicional de Requesens, quien desbarató los planes del traidor, le cobró lo que debía, aunque quedó él también con heridas de arcabuz y hacha más que dignas para tal combate.
La situación, descrita según testigo, aseguraba que «el humo de los incendios de galeras, cañones y arcabuces oscurecían el sol, y la sangre turca y cristiana teñía de color púrpura las aguas»
🦸🏻♂️ Actuación heroica 🦸🏻♂️
Fue entonces cuando Lluís de Requesens i Zúñiga, zarandeando por el fragor de la batalla y con vista de águila, captó un bello pendón enemigo del cual forzó su abordaje. Nuestro Comendador Mayor había bien identificado gallardetes elocuentes y símbolos de prestigio, los turcos lógicamente se defendían con fiereza, pero en vano ante la espada de Requesens. Asaltada y conquistada la galera de dorados estandartes que portaba ni más ni menos que los dos hijos y herederos de Alí Pachá, a los que llevaba para adiestrar en el arte de la batalla marina creyendo que los números estaban de su lado. Mohamed-Bey y Sian-Bey se llamaban, de 17 y 13 años respectivamente. Lluís de Requesens, ardiente por la lucha pero siempre sereno caballero, humano y comprensivo, los protegió de la soldadesca que pretendía lincharlos y se los entregó al generalísimo Don Juan.
Dicha gesta bélica y humana, como nos recuerda el historiador Adro Xavier, hay que subrayarla, publicada en primera plana por la sencilla y triste razón de que los historiadores, la mayoría, la ignoran, la olvidan, se la pasan bonitamente por alto, con injusticia palpable y evidente.
Tras la batalla, mandó 10 galeras a Barcelona desde Civitavecchia repletas de todo lo que quedó para él tras victoria, pero de ello…. Hablaremos en otro artículo (en preparación!).