Las Olimpiadas de Barcelona 1992 no solo fueron un hito en la historia del deporte, sino que también dejaron una marca imborrable en el mundo del marketing y la promoción combinado con el arte, gracias a su encantadora mascota, Cobi. Este carismático perro pastor de los pirineos catalanes se convirtió en un símbolo icónico del evento y dejó una huella duradera en la memoria de millones de personas en todo el mundo.
El Origen de Cobi
Creado por el diseñador Javier Mariscal, Cobi fue presentado en 1988 como la mascota oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Su diseño único y colorido capturó la atención de inmediato, pero lo que realmente hizo que Cobi se destacara fue su capacidad para transmitir la alegría y la energía del espíritu olímpico. Mariscal logró plasmar la esencia de la cultura catalana y la diversión en un personaje que trascendió las barreras del lenguaje.
Curiosamente, su nombre se basa en las siglas del Comité Organizador de las Olimpiadas de Barcelona (COOB).
Cobi durante las Olimpiadas del 92
La imagen de Cobi se utilizó para decorar las instalaciones olímpicas, desde estadios hasta parques y plazas. Esto creó un ambiente festivo y olímpico en toda la ciudad, lo que contribuyó a la inmersión de la población y los visitantes en el espíritu de los Juegos. Cada uno de los deportes de la competición olímpica estaba representado por un Cobi ejecutando dicho deporte como se muestra en el cartel:
El Legado de Cobi
Aunque los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 ya son historia, el legado de Cobi perdura. Su imagen sigue siendo utilizada en la cultura pop, en eventos retro y su figura vintage se ha convertido en objeto de nostalgia tanto para quienes vivieron esos emocionantes días como para los que desean haberlo vivido, causando la famosa ‘anemoia‘ (sentir nostalgia de aquello que no has vivido). Además, la estrategia de marketing detrás de Cobi ha sentado un precedente para futuras mascotas olímpicas, destacando la importancia de crear personajes que no solo sean visualmente atractivos, sino también culturalmente relevantes.
