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¿De dónde sale una manzana de edificios? Su origen
El creador de dicha palabra es el catalán Ildefons Cerdà (creador también de diversas palabras previamente inexistentes en el campo del urbanismo), pero lo curioso es que originalmente la llama «mansana» (de manso), dado que cada una agrupa viviendas donde cada mansana ha de ser un ‘santuario’ de paz y tranquilidad para sus inquilinos en contraposición al trajín y al ajetreo de las calles.
Curiosamente, los técnicos de la lengua catalana se empeñan en traducir «manzana» como «illa» (isla en castellano) cuando podrían mantener el original «mansana» de su local creador. (Término que mantendremos aquí, bajo el amparo del magnífico Lluís Permanyer, autoridad suprema en estos asuntos).
🍎La manzana de la discordia, el mito🍎
La Manzana de la Discordia, en la mitología griega, fue una manzana dorada que llevó la diosa Eris a la boda de Peleo y Tetis, dedicada «para la más hermosa» («kalliste» en griego), pues esa misma inscripción llevaba tallada. De esta manera detonó la disputa entre las más hermosas diosas que ambicionaban la manzana dorada, Hera, Atenea y Afrodita, desencadenando la guerra de Troya.
Así que obviando las disputas, nuestra manzana de la discordia lo que desata es la máxima expresión unida de la arquitectura catalana en una sola manzana de Barcelona, o al menos, en una de sus cuatro caras.
- En el podio (de derecha a izquierda) tenemos ni más ni menos que al Messi de la arquitectura, el mismísimo Antoni Gaudí i Cornet, indiscutible mago de la gravedad y la forma.
- A su izquierda, repleto de cacao (y luego veremos porqué), se encuentra el no menos impresionante y sinuoso Puig i Cadafalch.
- En el centro tenemos, llegado de Valencia (Elche), al arquitecto menos afamado del equipo, poniendo paz entre los extremos, a Marcel·lià Coquillat i Llofriu.
- A su derecha, el más prolífico de todo el Eixample, el elegido por la masa burguesa de la ciudad, don Enric Sagnier i Villavecchia.
- Y en el extremo derecho, otra punta de lanza del modernismo de entre los épicos. El creativo y ecléctico Lluís Doménech i Montaner.
🍫Casa Amatller, de Puig i Cadafalch🍫
Si nos ponemos cronológicos, la primera obra del cuadradito de oro, fue la del chocolatero Antoni Amatller i Costa, que en 1898 quiso remodelar una vieja vivienda que tenia comprada.
El encargo como bien sabemos se lo hizo al todavía no presidente de la Mancomunitat de Catalunya, Josep Puig i Cadafalch. Y a pesar de que el modernismo se caracterizó por las curvas y sinuosas formas, en esta obra predomina la parte superior de la fachada con el escalonado, que no es menos transgresor, ya que no es un estilo que sea viese en todo el mediterráneo, sino que recuerda más bien a los países nórdicos.
Más allá de la forma, se consiguen unos colores vivos gracias a la cerámica vitrificada valenciana ornamentado, (ahora sí), con elementos y detalles que nos recuerdan al más puro modernismo ortodoxo (válgase la ironía).
Xocolates Amatller, que permitió al dueño construir esta obra maestra, fue una empresa de chocolates que nació en 1797 y duró hasta la década de 1960), no obstante en la planta baja del edificio, se pueden adquirir cajitas de chocolate con los míticos ‘cromos’ que incluían las chocolatinas en la época, también de estilo modernista de los artistas Apel·les Mestres o Pellicer.
🏛️Casa Mulleras, de Enric Sagnier i Villavechia🏛️
El mismo año 1898 se encargó por parte de Ramón Mulleras la reforma de su casa a Enric Sagnier i Villavecchia, quien a pesar de ser menos reconocido que sus compañeros, tiene el honor de ser el arquitecto más prolífico del Eixample. La casa Ramón Mulleras se completó en 1906 y dista fuertemente del transgresor modernismo vecino, con formas más bien neoclásicas y elementos más formales.
🦁Casa Lleó Morera de Doménech i Montaner🦁
El edificio esquinero junto a la calle de Consell de Cent, es un cúmulo de arte en todo él. Reforma solicitada por Francesc Morera al arquitecto Lluís Doménech i Montaner.
El cúmulo de arte se debe, por un lado a la propia dirección de Doménech i Montaner, y también a todos los artesanos y artistas que intervienen debido a la cantidad de ornamentación del edificio, entre mosaicos, esculturas, elementos forjados y demás trabajos de ebanistería.
Debemos mencionar, que este edificio, a diferencia de sus vecinos discordantes, ha sufrido diferencias a lo largo del tiempo, algunas de las cuales se han ido recuperando. El que más impacta son los cambios en los bajos donde se encuentra la tienda de Loewe; y también la segunda foto nos muestra una cúpula en el patio interior que a día de hoy parece haber sido amputada en algún momento.
🐉Casa Batlló, de Antoni Gaudí🐉
Josep Batlló i Casanovas, hombre de negocios en el sector textil (Reig, Batlló i Companyia) encargó a Antoni Gaudí i Cornet la reforma del edificio (visto en la foto anterior) en el año 1904.
El edificio era de Emili Sala i Cortés, mismo arquitecto que el edificio contiguo al lado opuesto de la casa Amatller. La propuesta inicial fue tirar el edificio y hacer uno nuevo, pero Gaudí convenció a Josep Batlle de hacer una remodelación del existente.
A Gaudí se le presentaba el reto de encajar el edificio entre una obra transgresora como la de Puig i Cadafalch y el ecléctico edifico de Sala i Cortés. Fue, de hecho, a raíz de este hecho, durante la construcción de la parte superior que el arquitecto tiene una de las frases más épicas a nivel humano y a la vez desconocida:
No haremos lo que pensaba para no desmejorar lo que hay al lado, de lo que disfrutaremos también nosotros. Aquí una torre, y allá una tribuna…
Antoni Gaudí i Cornet
Por lo que finalmente, prefirió hacer la sinuosa forma que apreciamos del tejado, dándose cierta simetria con la Casa Amatller y a la vez generando la transición de una fachada a otra mediante la aparente piel de un dragón: Increíble.
Y es que estando el resto de la mansana construida, con la cúspide de la arquitectura propia barcelonesa allí mismo, el combate de egos habría sido de lo más evidente (valga la redundancia del mito de la Manzana de la Discordia), por lo que tener la visión, tan poco común en la historia del hombre, de ver, apreciar, e incluso ‘colaborar’ con la obra vecina y así disfrutar de ella, deja bien claro y con pocas palabras, que el lado humano de Gaudí estaba al mismo nivel desmesurado de su faceta artística que tanto conocemos.
🖖🏼Casa Bonet, de Marcel·lià Coquillat i Llofriu🖖🏼
Quizá la menos conocida, al igual que autor, se encuentra en el centro la Casa Josefina Bonet para poner paz entre las ansiosas figuras, es la ‘humilde’ fachada que hace que toda la Mansana no se convierta en una fiesta gitana, pacificando así las vistas y concentrando las máximas expresiones de arte en los extremos.
La fachada se rige por un escueto clasicismo cuya reforma se hizo en 1915, donde quizá lo más sobresaliente son los ventanales de las galerías de la primera y segunda planta. El coronamiento, también distinto de las imágenes antiguas, aporta un extra de clasicismo que se contrapone a los acabados modernistas vecinos.